Para entender Twitter desde el texto de lacasa (2002) es
preciso iniciar por su aproximación al desarrollo humano y de qué manera se
convierte en un instrumento capaz de influir en la cultura. Twitter se perfila
como un instrumento material, en el contexto de la maquina y sus desarrollo
tecnológicos, pero más importante es su carácter de instrumento ideal, capaz de
construir significados a una velocidad sin precedentes que negocian la cultura,
no solo entre miembros de una misma comunidad, sino que trascienden y negocian
estos significados en una escala global. Es decir, desde la perspectiva
filogenética, Twitter es un poderoso instrumento capaz de influir en las
culturas del mundo y por ende en su desarrollo. Ya hemos visto en el último año
como culturas a lo largo de oriente medio, aparentemente inamovibles durante
siglos, fueron radicalmente renegociadas y transformadas en sus aspectos más
profundos gracias a la entrada de herramientas web 2.0 como lo es Twitter.
En un ámbito menos dramático, Twitter ha empezado a
redefinir un sinfín de actividades y prácticas cotidianas, utilizando el
lenguaje de una manera concreta y una sintaxis limitada que redefine las formas
del relato, que lleva las nuevas formas discursivas propias de la web al límite,
donde la opinión es concreta, donde la información se atomiza y multiplica sus
fuentes, pero disminuye en profundidad, donde proliferan los líderes de
opinión, donde el ciudadano común se legitima al participar del cambio en tiempo
real y el mismo se abre las posibilidades de ser líder de opinión, pues ahora
el mass media está disponible en el mouse de su computador.
Twitter y las herramientas web 2.0 están redefiniendo
nuestros marcos conceptuales, nuestras formas de instrucción, donde el
conocimiento debe ser democráticamente construido y democráticamente consumido.
Los niveles de especialización en su consumo llegan a detalles subatómicos,
pues está ahí la información, pero es tanta que la consumimos a nuestro antojo,
de forma autónoma y caprichosa. Esto desemboca en la diversificación de
visiones de mundo, completamente heterogéneas que ya no se uniforma sobre las
normas de la cultura dominante, pero que negocia el respeto desde lo diverso ya
que nos hacemos consientes de la otredad desde lo que soy y no desde lo que no
soy, pues estas formas egocéntricas solo se conciben desde las mayorías, pero
al crear cultura a medida que la consumo y la transformo en un ejercicio de
estas dimensiones, de manera conciente y con un pensamiento correcto, solo podré afiliarme a la humanidad.
Referencia
Lacasa, P. (2002). Cultura y Desarrollo. En P. Herranz Ibarra, & P. Sierra García, Cultura y Desarrollo (págs. 17-50). Madrid: UNED.
